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A continuación reproducimos una entrevista realizada por Natalia Rodríguez de RedCultura a Lázaro Rodríguez Oliva, facilitador de las Jornadas de reflexión sobre los desafíos de la agenda político cultural-costarricense




01/07/2010 3:23 PM
Natalia Rodríguez Mata
nrodriguez@redcultura.com

- ¿En qué consistieron tus actividades esta semana aquí en Costa Rica y qué objetivo tenían?
Fui invitado a facilitar el diálogo entre diferentes actores del campo cultural costarricense que participaron en las Jornadas de reflexión sobre los desafíos de la agenda político-cultural costarricense, celebradas en la sede del Centro Cultural de España en Costa Rica (CCECR) y organizadas por esta institución acogiendo la iniciativa de la Plataforma de estudio, investigación y reflexión de políticas culturales. Esta Plataforma es un grupo de trabajo en creación, derivado de otras dos acciones anteriores auspiciadas por el CCECR: el Seminario Políticas culturales, investigación e innovación para el desarrollo: recursos teóricos y herramientas prácticas, (22 y 26 de febrero de 2010) y el Taller “Políticas culturales, Desarrollo Humano y Cooperación: innovación desde la investigación en Costa Rica”, (16 de marzo de 2010). De ambas acciones se construyó una Agenda, que viene adquiriendo en estas Jornadas un momento de seguimiento y rearticulación estratégica. He tenido la suerte de estar en este proceso desde hace meses (primero como profesor del seminario, luego como coordinador del taller, ahora desde la participación en la construcción de la agenda y la coordinación académica).



En estas Jornadas he podido trabajar en tres espacios autónomos aunque interconectados: por un lado un encuentro con diferentes representantes del sector cultural (sector gobierno en regiones y otros espacios institucionales de decisión y gestión, sociedad civil, mercado, academia). Por otro, en una suerte de asesoría con formato de taller reflexivo sobre la práctica y la estrategia de la política cultural con el equipo del nuevo Ministerio de Cultura y Juventud. Y finalmente, y no menos importante, en un espacio de Conversatorio, organizado por el CCECR donde intercambiaron los dos grupos que venían trabajando en las Jornadas, así como toda persona interesada que le hubiera llegado la convocatoria pública que hizo el Centro cultural. Este Conversatorio no fue pensado como conclusiones de las Jornadas, sino como un punto de cristalización de la Plataforma y un momento detonante de una práctica reflexiva continua.


- ¿Qué impresión te dejó el trabajo realizado en las dos jornadas de la mañana?
Ahora mismo estoy en una suerte de shock, lo confieso.Estoy muy asombrado de la rapidez con que los decisores han asumido la necesidad del cambio que se evidencia en las demandas no sólo en términos de necesidades que se identifican en los diálogos con el sector cultural, sino en aquellas que ellos mismos identifican en la propia práctica de la gestión cultural que tienen bajo su misión. Me parece que se va logrando con esta Jornada dos cuestiones que me parecen fundamentales en el horizonte de lograr unas políticas públicas de cultura: por un lado el reconocimiento de la diversidad de actores y agendas que deben ser concertadas para la construcción participativa de una política pública; y por otro, el posicionamiento de los diversos actores desde un criterio muy sonado en el intercambio que hubo entre los decisores. Pero hay algo igualmente importante y que será fundamental en la sostenibilidad de estos esfuerzos: la cuestión de la articulación. La común visualización de una Plataforma donde trabajar en comunidad para la incidencia, me parece un logro que hay que pasar a construir con acciones bien concretas de seguimiento, y que dependerá de la corresponsabilidad de los actores implicados en el campo cultural costarricense y de un proceso de concertación que deben asumir como algo no exento de conflicto de intereses, de poder, de experiencias, que deben ser recuperados con una vocación de pasar del “no se pudo” al “cómo se puede”.


- ¿Quiénes estuvieron en las jornadas de la tarde y en qué consistieron?
En lo que bautizamos como Taller de Reflexión con Decisores del Ministerio de Cultura y Juventud costarricense participaron, sin querer enumerarlos porque resultaría agotador en la lectura, los responsables de la construcción del Plan Nacional de Desarrollo en Cultura, de la Dirección de Planificación, Cooperación Internacional, la Directora General de Cultura, etc. Igualmente formaron parte los asesores del Ministro en planificación y comunicación y prensa y decisores clave de distintas instituciones del sector como el MADC, CNT, CNM, Museo Juan Santamaría, TN, FIA y el Sistema Nacional de Bibliotecas. A grandes rasgos estos fueron los que participaron dentro del área de cultura. Ahora, me parece significativa la participación de Karina Bolaños, la viceministra de Juventud del MCJ, quien mostró mucho interés por articular acciones conjuntas de atención a jóvenes desde la dimensión cultural y sobre todo se dispuso a aportar desde su experiencia en la formulación de políticas públicas de juventud. Este parece un paso de avance –así lo caracterizó en el Conversatorio- hacia acciones integradas.

Las Jornadas consistieron en identificar dónde se está y hacia dónde se quiere ir en políticas culturales. Impartí una conferencia sobre el rol de la investigación, la reflexión crítica y el debate en los procesos de toma de decisiones, su seguimiento y evaluación. Convenimos en la utilidad de estos procesos reflexivos para trascender una lógica inmediatista impuesta por la dinámica institucional que se traduce en la exigencia con plazos reducidos de un Plan Nacional de Desarrollo, por citar un ejemplo. Pareció una convicción entre los participante la necesidad de construir visiones estratégicas que trasciendan las propias limitaciones del MCJ en cuanto a recursos técnicos, humanos y financieros. Esto le da un vuelco estratégico a la concepción de las políticas culturales y apuesta por sentidos estratégicos donde involucrar a actores que pudieran aportar desde el mercado, la sociedad civil, o la cooperación internacional.


- ¿Qué impresión te dejó el trabajo con el sector independiente en las jornadas de la mañana? ¿A qué conclusiones llegaron?
Las conclusiones del encuentro están siendo sistematizadas y estarán a disposición, de momento, de todo el que tenga la oportunidad de acceder a ellas en el blog de la Plataforma. Por ello, y por cuestiones también de respeto al proceso no me gustaría adelantar ninguna ahora mismo. Ahora, si me pides mi impresión te comento dos o tres cuestiones que me parecen relevantes desde esta mirada externa que será la que puedo aportar:

1.- En el ejercicio de evaluación de la situación del campo cultural costarricense que se le pidió a los participantes (dentro de los cuales no sólo había personas del sector independiente), coincidieron –con diferencias de matices pero no de conceptos- en que la política cultural es “responsabilidad del MCJ”. Y eso lo demuestran los resultados que apuntan más a una evaluación de la gestión del MCJ que a una mirada crítica del propio campo que evidentemente es más que el MCJ. Hubo que insistir mucho desde la coordinación para que se revirtiera esta lógica y lograr una visión con escala más allá del MCJ del campo.

2.- Paradójica y comprensiblemente, existe, no obstante ese depósito de responsabilidad de la política cultural en el MCJ, una necesidad de participar en las decisiones que afectan al sector. El tema aquí es asumir una actitud de corresponsabilidad no sólo en la definición de la política cultural desde “lo público”, sino en la implementación, la evaluación y la búsqueda de financiamiento, por citar tres ámbitos de redistribución de responsabilidades.

3.- Concuerdan en el agotamiento de un modelo de gestión de la cultura que no incluye no sólo nuevos referentes y lenguajes (lo que produce ausencias en el campo desde lo que se apoya y lo que no), sino otros no tan nuevos (como la literatura, por ejemplo), dentro de las manifestaciones.

4.- A ese agotamiento de un modelo tradicionalista de la gestión de la política cultural, se suma la identificación con una tendencia internacional a incluir a la cultura no sólo como un sector específico dentro de la lógica del desarrollo, sinocomo un eje transversal de toda la política social. Por ejemplo, esto se evidencia en que ayer se agregaron nuevos temas en la agenda como derechos culturales (indígenas, de afrodescendientes, de infancia y juventud, de persona adulta mayor, etc.), cuestiones intergeneracionales en la resolución de conflictos, dimensión cultural de la ciudadanía, de la educación, interculturalidad (migración, resolución de conflictos, cultura de paz), centroamericanización, por sólo citar algunos. Este reconforma una agenda estratégica y facilita inclusión social desde la cultura, promoción y respeto de la diversidad cultural y garantía de derechos culturales.


- En tu intervención de ayer hiciste énfasis en la necesidad de pensar en la corresponsabilidad, en cuál es el sentido de responsabilidad del mercado, el estado y la sociedad civil, y en los ámbitos de demanda y los de actuación de cada parte. ¿No te parece que la sociedad civil de pronto espera demasiado del Ministerio de Cultura?

Veo que la sociedad civil tiene una oportunidad ahora de participar en un proceso participativo (fíjense que no digo consultivo) en la definición de una visión estratégica en políticas culturales. Fíjense también que no hablo de un Plan Nacional de Desarrollo que puede que en uno o dos años sigua operando desde el engranaje institucional, cultural-organizacional, financiero y de recursos humanos que tiene el MCJ. Me refiero a la “intuición política” de la pertinencia de una participación en la definición de una visión a más largo plazo que ayude a trascender las propias limitaciones de esta estructura pública, y que el MCJ sea a su vez facilitador en el proceso. Eso se logra solamente con una política de cambio, definida, que por fin le dé al MCJ una funcionalidad eficaz frente a las demandas de la sociedad costarricense.

Creo imprescindible la continuidad en los procesos de articulación de la sociedad civil tanto para reconocerse, como para posicionarse. Existe en la actualidad un proyecto interesante –en el que he colaborado puntualmente- de la Red de CCE de Centroamérica que se llama Muchogustocentroamérica, que coordina Sylvie Durán. Este proyecto tiene una buena práctica de cómo facilitar procesos de articulación de la sociedad civil (con metas de incidencia en políticas regionales –por su visión centroamericanista- y frente al mercado y la cooperación internacional. Lo ideal sería fortalecer procesos de reticulación del sector (agremiación, apoyo a redes autorganizadas como GUANARED, etc.), de forma que se pueda participar con estrategias más claras en la definición de metas comunes de desarrollo dentro del sector y hacia afuera del sector.


- En general, ¿cuál es tu percepción sobre el sector cultural en Costa Rica luego de esta semana?
Bueno, creo haber adelantado algunos puntos cuando hablaba antes. Veo que hay mucho hecho que debe ser recuperado porque hay una experiencia que debe ser pensada, socializada, que puede aportarle a una política cultural que esté informada. Hablábamos ayer de trabajar con una visión de “recuperar la experiencia para reinventar la práctica”. En Costa Rica se han generado muchos documentos y experiencias de evaluación, diagnósticos, procesos reflexivos, que no han sido puestos en común, ni evaluados desde perspectivas críticas en su conjunto, de modo que puedan contribuir a una mirada compleja desde diferentes ángulos del campo cultural costarricense. Me parece que el sector cultural debe avanzar en procesos de sistematización, de diálogo reflexivo y de iniciativas de articulación en las condiciones y necesidades pertinentes.


- Ayer Giancarlo Protti mencionaba que este tipo de encuentros se han realizado muchas veces a lo largo de los años. Mucha gente del sector piensa que una vez más se hablan de los mismos problemas y que nunca se llega a nada ni se logra concretar ni incidir en los tomadores de decisión. ¿Será posible esta vez concretar todo el trabajo en la construcción de políticas culturales sólidas y claras?
Percibo algo que se está moviendo hacia el logro de visiones estratégicas. Eso es un logro, pero que no debe quedarse aquí. Ayer decía que esas intuiciones estratégicas deben ser debatidas, reposadas, para que consoliden una visión compartida que contribuya tanto a que la gestión del MCJ quede definida desde su competencia y posibilidad institucional, como a que el propio sector asuma su responsabilidad en la definición, gestión y evaluación de la gestión cultural. Ayer se hablaba de gestión social de la cultura, que tiene mucho que aportar a la apuesta de descentralización y regionalización de la cultura. Ahora, hay que seguir buscando los indicadores de procesos y superar el eventismo cultural (orientación hacia actividades y no hacia procesos) que parece caracterizar la gestión cultural en Costa Rica, según se deriva de la mayoría de las intervenciones de ayer.

Eso de que la meta sean políticas culturales “sólidas y claras” me asusta un poco porque sigue mirando la política cultural como un producto y no como un proceso. Las políticas culturales (precisamente por ser procesos de cristalización de relaciones de poder, gestión de interculturalidades que son negociaciones de fuerza, intereses varios, etc.), no creo que deban concebirse –ni siquiera como imagen- de esa forma. Tenemos que romper el esquema para que pueda darse el cambio. Pienso que hay una actitud de construcción colectiva desde la definición de corresponsabilidades. Según me comentan, esto parece inédito, sobre todo, desde una visión de cultura y desarrollo, y una conciencia del rol de la cultura en los procesos de construcción democrática relacionada con derechos culturales y ciudadanía. La solidez me gustaría remitirla a la generación de estructuras sostenibles (mecanismos de participación) que permitan reenfocar líneas estratégicas en función de metas compartidas públicamente concertadas. La claridad también me gustaría colocarla en la autoconciencia del potencial del sector (no sólo del MCJ), sino en la actitud crítica y de innovación que permita dar un salto epistemológico en la concepción sobre cultura –que aunque suene muy pedantemente académico- significa cambiar el lugar de los sentidos con que hemos visto a la cultura como algo que debe ser exhibido, y ponerla en otro lugar donde esa creatividad se torna productiva.

Por ilustrarte algo muy concreto, me gustaría ejemplificar una propuesta que le hice al MCJ y que está siendo incorporada en el borrador del PND. Se trata de un programa o una línea de Responsabilidad Cultural Empresarial, que pudiera aportar mucho al desarrollo del sector, y donde el Estado tiene un rol redistribuidor que pudiera mucho contribuir al reconocimiento de los que ahora están y se sienten fuera del ámbito de inversión del MCJ. Esto es algo bien concreto, que por supuesto, tiene que ser discutido, pensado y planteado estratégicamente. No estoy inventando el agua tibia con esto, simplemente se le da una forma a una intención de corresponsabilidad con el mercado, que habría que definir con este actor y la sociedad en su conjunto.


- ¿En el contexto costarricense, qué características generales considerás que debería tener una política pública en cultura? ¿Qué aspectos se deberían tomar en cuenta para la construcción de esa política?
Trataré de sistematizar no las características que yo pienso que debe tener una política pública de cultura, sino lo que ha venido emergiendo en los debates y que filtro muy exploratoriamente ahora, desde mi visión:

1.- Corresponsabilidad en la construcción del mecanismo de definición, implementación y evaluación de la política pública de cultura; (Superar el eje estrictamente consultivo en la etapa de definición de planes).

2.-Transparencia en los procesos de definición, implementación y evaluación de la política pública de cultura. Definición de mecanismos y procesos de información y socialización que hagan participativa la gestión. (Superar la ausencia de información sobre la dinámica del sector).

3.- El paso de esa creatividad exhibida (que recarga al MCJ de financiar todo lo habido y por haber) a una creatividad productiva (donde el MCJ y otros actores invierten en capitales semillas para la sostenibilidad del sector). Esto lleva a asumir la cultura no como gasto sino como inversión.

4.- Repensar qué significa descentralización en todos los procesos de producción de la política cultural y de gestión institucional del MCJ. También qué significa descentralización en el enfoque de gestión social de la cultura.


- ¿Qué sigue como parte de todo este proceso? ¿Cuál es el siguiente paso?
Desde la Plataforma, se tiene previsto sistematizar esta experiencia y difundirla para que los que no tuvieron la oportunidad de participar puedan aportar en foros de debate, etc. Se tiene previsto construir un plan de actuaciones dentro de esa Plataforma que está a su vez en construcción. Hoy, por ejemplo, el MCJ tiene una dinámica de evaluar los aprendizajes y las implicaciones para las políticas (policy brief) del proceso. Eso es un paso, dentro de este proceso. Y fue solicitado por el alto mando del MCJ.


- Finalmente, y tomando en cuenta tu experiencia de trabajo en otros países de la región, ¿ves viable un mayor acercamiento entre los países en temas culturales?
El acercamiento cultural entre países depende de voluntades y estrategias de políticas culturales que los propicien y faciliten, entre otras cosas porque existen barreras migratorias, limitaciones económicas, diferencias de conceptos, que deben ser gestionados como indicadores de conflicto que tienen también una dimensión cultural. Será muy difícil que un nicaragüense, un colombiano, un chino, por no hablar de un cubano –con perdón- pueda participar, enriquecerse y aportar a procesos generados desde la sociedad civil costarricense, por ejemplo, cuando existe en engranaje muy poco flexible desde el punto de vista migratorio para facilitar los intercambios desde el Estado.

Creo que fue en El Salvador, en un taller donde estuve hace poco participando con el proyecto de Muchogusto Centroamérica, donde los artistas visuales abogaban por una suerte de “Tratado de libre circulación de artistas” en la región, y en otra parte escuché la propuesta de algo así como un “Pasaporte Cultural”. Dejando a un lado el evidente toque elitista que, con respeto, veo en ambas propuesta salidas de la imaginación y la agonía de los que sufren –sufrimos- la cuestión burocrática, sí pienso que las políticas públicas de cultura tienen la obligación de negociar intersectorialmente la eliminación de las barreras que le impiden una gestión eficaz, esto es, cumplir con sus metas. Esto se concretaría en el logro de políticas más flexibles para el intercambio cultural en la región centroamericana y del Caribe, y en el nivel de políticas regionales, sería adecuado explotar las estructuras formales que ya existen como el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), a través de su Secretaría General de Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana (SG-CECC) y generar debate sobre cuál es su rol, y cuáles son los compromisos de los Estados miembros con esa integración.

El mayor o menor acercamiento con la región –o con otros países- dependerá por tanto de políticas públicas –y no sólo nacionales y tampoco solamente de cultura-, sino de otras como las migratorias, económicas, etc., que las propicien con eficacia, sobre todo, para evitar el desgaste y la frustración que implica para la autoestima y los derechos de las personas que vienen y van a compartir sus experiencias como creadores o creadoras de cultura.

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